A Espinoza lo procesaron acusado de abusar de una colaboradora que trabajaba para él en negro, y pocos días después del procesamiento, el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, no tuvo mejor idea que mostrarse públicamente con el acusado en un acto oficial, en una clara muestra de respaldo.
Por Emiliano Damonte Taborda
Según la víctima, Espinoza le insistía en cenar juntos y ella dijo acceder porque se sentía “presionada”. Ubicó la situación de abuso sexual en un tercer encuentro, en la que habría sido tocada sin autorización en sus pechos, por encima de la ropa. “Quedate tranquila, siempre te tuve ganas, va a estar todo bien”, le habría dicho el matancero en ese episodio, según la denunciante. La mujer dijo que se resistió y que el alcalde matancero se fue enojado de su casa.
Espinoza está procesado, no condenado, claramente. ¿De qué manera llegó el Gobernador a decidir presentarse y acompañar en un acto a un intendente que carga con semejante acusación? ¿La prudencia no dictaría como más razonable tomar distancia hasta que la investigación haga algo de luz? ¿No se trata del más fuerte alineado y cerca del más fuerte? ¿De dos hombres poderosísimos enfrente de una sola mujer?
“El relato de la víctima, asegurando haber sufrido esos tocamientos impúdicos sobre su cuerpo sin autorización, se encuentra respaldado con las conclusiones de los especialistas en la materia que la entrevistaron durante el desarrollo de la pesquisa”, dijo la magistrada en la causa
No está en cuestión en este caso la acusación que pesa sobre Espinoza, de la que se ocuparán abogados y magistrados. Lo que sorprende es la decisión de Axel Kicillof de presentarse al lado del intendente y los motivos que lo llevaron a hacerlo. Más preguntas. ¿Es porque La Matanza es el corazón de la maquinaria electoral que mantiene al Gobernador en el poder? ¿Es porque el escándalo de Insaurralde dejó en claro que no hay escándalo que los voltee y que todo se termina licuando en el accionar de la máquina electoral?
Lo que queda claro es que hay una relación clara entre poder político y abusos, como lo demuestran casos como los de los Sena en Chaco o Alperovich en Tucumán, y lo vienen demostrando desde María Soledad, y que el poder suele reaccionar apoyando al poderoso y embarrando la cancha todo lo posible, aunque después detrás le vaya la carrera, o la gobernación, y solo en pocos casos, la libertad. El poder reacciona como reaccionó Kicillof, bancando sin importar mucho por qué, haciendo lo que cree que debe hacer para sostener el orden que a su vez lo sostiene.
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