Parece que no hará falta que el último apague la luz
- Emiliano Damonte
- 6 mar
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Por Emiliano Damonte Taborda
El apagón del centro porteño dejó ayer sin luz a alrededor de dos millones de personas. Hubo 6 fallas en 4 líneas, y las posibilidades que se manejan son varias, entre las que el Gobierno Nacional baraja el “sabotaje”. Interesante cuestión esta última del sabotaje, sobre todo porque esquiva el que debería ser el centro de la cuestión, la obsolescencia del sistema de distribución eléctrico argentino, desfinanciado desde hace décadas por políticas tarifarias demagogas apoyadas en silencios cómplices.

La Secretaría de Energía fue por años una caja de La Cámpora, simplemente eso. Tan agarrada estaba la Cámpora a esa caja, que intentar sacarlos o ponerles coto le costó la cabeza a Martín Guzmán en su momento, abandonado a su suerte por Alberto Fernández. Federico Bernal era el hombre de la entonces vicepresidenta encargado de custodiar el bastión camporista. Energía fue solo eso, una inmensa caja, multimillonaria y discrecional por los volúmenes que maneja, por demasiado tiempo. No hubo reformas, no hubo replanteo de políticas, no hubo políticas, a excepción de las tarifas subsidiadas y la acumulación de deuda del sistema con CAMMESA, que terminaba siendo el espacio en el que se disimulaba el desbarajuste y se establecía un vínculo extorsivo que tenía agarradas de las bolas a las distribuidoras, silenciosas cómplices que no dejaban de hacer su negocio.
Pero no es un problema que data de los últimos 5 años, tampoco de los últimos 10. El Marco Regulatorio Eléctrico vigente es de 1993, y ha sufrido muy pocas modificaciones. La infraestructura de distribución y generación en la Argentina, es en el mejor de los casos, de mediados de los 90´. Las líneas que fallaron en el apagón de ayer tienen más de 60 años, es decir, cuando quién escribe llegó al mundo, estas ya estaban abasteciendo a la Ciudad y al Conurbano. En el medio, nadie se ocupó de poner las cosas medianamente en orden. Mientras haya luz… que siga el baile, que en la desprolijidad y la incoherencia es mucho más sencillo sacar tajada.
La energía parece no ser tema en Argentina. Ayer se cortó la luz en el corazón porteño y, como decíamos, más de dos millones de personas quedaron sin suministro. Pero se está hablando de sabotaje y no de desinversión. ¿Por qué? Porque tampoco está en la agenda de nadie redefinir la cuestión de la generación y distribución. En una semana nos habremos olvidado y seguiremos adelante con nuestro vetusto cable. Sigamos hablando de Manes y Caputo, o de que Villarruel se fue antes que el auto del Presidente, total el cablecito ya aguantó sesenta años, no se va a terminar de romper justo ahora…el último, que apague la luz, si no se corta antes…
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