top of page

Elogio de la autorreferencia y el lugar común

  • Foto del escritor: Emiliano Damonte
    Emiliano Damonte
  • 13 feb
  • 3 Min. de lectura

La desquiciada, e inútil me atrevo a agregar, búsqueda de la originalidad, dejó muy mal vista a dos instituciones a las que les debemos mucho. Me refiero, y los presento rápido, a “el lugar común” y la “autorreferencia”, dos herramientas sin las cuales no entenderíamos un pito de nada. 



Fedor Dostoievski
Fedor Dostoievski

“Yo detesto la autorreferencia”, dice alguno por ahí, dicho sea de paso incursionando brutalmente en lo que dice detestar. ¿Pero por qué la detesta?


La empatía, un concepto vacío en nuestro tiempo

Solo puedo ver la realidad desde mí mismo, incluso lo que llamamos empatía suele ser una definición vacía que nos cae cómoda, pero acerca de la cuál no ejercemos el más mínimo atisbo de análisis crítico. No tenemos ni la más pálida idea sobre cómo el proceso empático se lleve a cabo. Se puede decir que tenemos fe en que la empatía existe, la hemos reducido a la categoría de Dios doméstico, uno de los más populares de nuestra época. 


Herramientas insustituibles

La autorreferencia básicamente es un calibrador de la realidad. Al expresar mi percepción de la realidad, partiendo de mi experiencia y siendo yo mismo lo único que puedo ser, comparto algo de un valor extraordinario: el significado. Pero éste no es un significado cualquiera, sino el que yo mismo le atribuyo a algo. Oro puro a partir del cuál el que está enfrente, tal vez encuentre que su experiencia se parece a la mía, estableciendo así una coincidencia sobre la que es posible construir cosas comunes. Una verdadera rareza. 

Pero lo común también tiene mala prensa, sobre todo porque en nuestro uso del lenguaje, común está asociado a ordinario y ordinario a vulgar y vulgar a berreta. Sin embargo, el lugar común es un verdadero milagro justamente por ser común, y constituye un remanso en medio de las corrientes de la eterna y solitaria búsqueda del otro, que es la comunicación. Empatía te dicen, como si se tratara de una brujería… el lugar común es en definitiva un lugar en el que todos nos encontramos, entendiendo acerca de cualquier cosa, más o menos lo mismo. Un tesoro que defiendo a ultranza, porque es el producto de una inmensa cantidad de procesos individuales que se hicieron colectivos por medio de la expresión, cualquiera esta sea. 


Los "originales"

Los originales se jactan de no caer en lugares comunes. Pobrecitos ellos. Sobre todo porque la originalidad de una idea, por ejemplo, está las más de las veces definida por la ignorancia de su creador o la de su audiencia. Dostoievsky dice que no hay ideas nuevas, que son muy pocas y que surgen una vez cada cien años. Todo lo que pensamos ya fue pensado por otro, y seguramente mejor. Por eso la búsqueda de la originalidad es una enorme pérdida de tiempo. La originalidad es un accidente, como las mutaciones genéticas que mejoran las condiciones de vida de una especie, o el cambio de una condición astronómica que termina permitiendo las condiciones para que en un pequeño planeta surja la vida. No es posible buscar la originalidad, esta llegará, fatal, cuando se le cante el reverendo tujes. ¿Nos deja esto en un mundo mediocre? ¿Es esto una declaración de impotencia, un claudicar frente a la berretada? 


Ludwig Wittgenstein
Ludwig Wittgenstein

Nos queda la belleza

Si bien es imposible para el humano forzar la originalidad, no lo es en cambio producir belleza. Incluso una sublime belleza. Es la belleza lo que impacta en nuestro corazón cuando repasamos líneas de “la picaresca”, cuando nos paramos frente a un Caravaggio, cuando escuchamos a Beethoven, o cuando presenciamos una obra en el último teatro under del barrio más piojoso, que nos conmueve.  No es originalidad lo que buscamos, lo aseguro, sino belleza, que es la única justificación que hasta el día de hoy he encontrado para esta existencia. Lo hecho, ya está todo hecho, y lo que todavía no existe no concierne a nuestro universo, diría mi amigo Ludwig Wittgenstein. Dejemos entonces que la belleza sea nuestro objetivo, y que la originalidad se quede en el altar que le hemos armado en el lavadero, haciendole compañia a la engrupida de la empatía


留言


bottom of page