En una entrevista concedida a la Oncediez en el programa de Graciela Fernández Meijide, el joven economista Luca Sartorio dejó un claro análisis respecto a la segmentación de tarifas: “Diferenciar por ingresos las facturas de gas y electricidad es distorsivo, paternalista, cortoplacista y una manera muy mala (e injusta) de hacer política social.”
La segmentación estuvo plagada de dudas y contradicciones que le son intrínsecas
Un ejercicio mental
“Es injusto que todos paguemos el mismo precio por un sachet de leche, aquellos que menos tienen sufren dificultades para pagarlo. Sólo los más ricos deberían pagar el precio completo del sachet de leche, mientras que el Gobierno debería fijar un precio justo del sachet que varíe según el nivel de ingreso de la persona, su región, su género, su edad y su estado civil”. ¿Parece una idea ilógica? ¿Difícil de implementar? Ahora volvamos a leerla, pero cambiemos “sachet de leche” por “factura de gas”.” Dijo Sartorio
Respecto a la dificultad práctica de aplicar segmentaciones el economista expresó. “Hace unos días y luego de muchas idas y vueltas, el Ministerio de Economía logró definir un esquema de segmentación de tarifas. Su ejecución práctica resulta confusa en los detalles, pero conceptualmente parte de una idea simple e intuitiva: no es justo que todos paguemos el mismo precio por el agua o la energía. El atractivo de la idea no merece demasiada explicación, todos queremos que los costos de un ajuste fiscal no recaigan sobre los que menos tienen. Esto explica que las críticas al proyecto suelan ser esencialmente instrumentales, ya sea por su mala implementación (“existen mejores formas de segmentar”) o por su irrelevancia (“la segmentación no va a resolver el problema macroeconómico argentino”). En otras palabras, puede criticarse esta propuesta de segmentación, pero se suele coincidir en que segmentar es en sí mismo deseable.”
El camino al infierno
Con filoso razonamiento Sartorio siguió con el razonamiento: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones: creo que la segmentación de tarifas es en sí misma un error, uno bastante grave. Continuó diciendo
“Proteger a los más necesitados es un deber de todo Estado y reducir la desigualdad es un objetivo deseable de cualquier economía. La segmentación de tarifas es presentada como una herramienta legítima de política social o distributiva.”
Inclusión y exclusión
Más adelante consideró que la segmentación genera errores de inclusión y exclusión, es decir que deja afuera a quienes debería incluir y viceversa. La indecisión sobre el sistema de segmentación a aplicar en nuestro país, habría terminado por generar un híbrido que no es más que la excusa para no tomar decisiones más importantes y de fondo.
“La política social que ya existe es mucho más efectiva para realizar el ‘targeting’ del beneficio que cualquier forma de segmentación hecha a las apuradas.”
“El ENRE, Cammesa o la Secretaría de Energía no fueron inventados para hacer política social o distributiva, así como la infraestructura y las capacidades de Edenor o Edesur no se diseñaron para cobrar un precio que contemple la situación económica y demográfica de cada uno de los hogares de sus áreas. “
Las herramientas ya existen
“Para reducir la desigualdad y proteger a los que menos tienen las herramientas son simples y conocidas: impuestos eficientes y progresivos, transferencias monetarias distributivas y bienes públicos de calidad. Y para implementar adecuadamente estas políticas, existen la AFIP y la ANSES que cuentan con las herramientas técnicas, la infraestructura y las capacidades estatales acumuladas para distinguir a la población vulnerable de aquella de alto poder adquisitivo con la mayor eficacia posible.”
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