El Oficialismo perdio el 82% de las votaciones en el Congreso desde su conflicto con los Gobernadores
- Emiliano Damonte
- hace 1 hora
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El derrumbe del oficialismo en el Congreso se consumó en tiempo récord. En apenas tres meses, La Libertad Avanza (LLA) pasó de exhibir un dispositivo disciplinado que ganaba siete de cada diez votaciones —69,8% entre febrero y mayo— a convertirse en una fuerza en retroceso, derrotada en ocho de cada diez iniciativas desde junio. La hemorragia de votos, el quiebre de alianzas y los magros desempeños electorales fueron la antesala de la pérdida de control de la agenda parlamentaria, que hoy dejó al Gobierno a la defensiva.

El contraste es brutal. Entre febrero y mayo, Milei pudo marcar el ritmo con leyes de Seguridad impulsadas por Patricia Bullrich —reiterancia y reincidencia, la llamada “antimafia” y el juicio en ausencia por el caso AMIA— e incluso avanzar en el terreno electoral, con la eliminación de las PASO. Tres meses más tarde, entre junio y septiembre, el oficialismo sufrió 68 derrotas sobre un total de 82 votaciones en las dos cámaras, un aplastante 82,9%. En ese lapso quedaron sancionadas seis leyes, todas propuestas por la oposición, se derogaron cinco DNU y quedó firme el rechazo a un veto presidencial.
La caída es aún más nítida si se la compara con 2024, cuando, pese a los tropiezos iniciales, Milei consiguió aprobar la Ley Bases, la reforma fiscal y la boleta única papel. En aquel año también logró sostener en Diputados el veto al financiamiento universitario y evitar que se volteara el DNU 70 —el decreto que desreguló organismos y normativas— , aunque no pudo frenar la caída del decreto que ampliaba los fondos de la SIDE en 100 mil millones de pesos: fue la primera vez que Pro le soltó la mano y le marcó un límite.
En 2025, el deterioro quedó reflejado en números lapidarios. En Diputados, el oficialismo ganó apenas 29 de 81 votaciones por todo concepto, un magro 35,8%, muy por debajo del 66,5% que había registrado en 2024. En el Senado, triunfó en 27 de 64, es decir, un 42,1%, también 16 puntos menos que el año anterior. El lema de los “87 héroes”, con el que Milei se jactaba de su tropa parlamentaria, terminó reducido a un pelotón de menos de 70 diputados leales.
La rebelión de los gobernadores
El punto de inflexión llegó con la victoria porteña del 18 de mayo, cuando Manuel Adorni encabezó la lista de LLA y cosechó el 30,1%. Milei leyó ese resultado como una señal para redoblar la apuesta: priorizó la pureza ideológica, desoyó los reclamos de gobernadores y aliados y armó listas inflexibles con candidatos sin arraigo territorial. La jugada, lejos de ampliar su poder, terminó siendo un boomerang: debilitó su base electoral, frustró su intento de expansión territorial y resquebrajó el andamiaje legislativo.
En ese vacío, la oposición se movió rápido. Avanzó con la actualización jubilatoria, la emergencia pediátrica, el financiamiento universitario y la comisión investigadora del caso $LIBRA. Todas fueron iniciativas resistidas a fuerza de vetos o maniobras dilatorias por el oficialismo, pero que terminaron convirtiéndose en símbolos de su debilidad. Salvo el incremento previsional, el resto de los proyectos consiguió sostenerse en el Congreso.
El 8 de julio marcó otro hito. Por primera vez en la gestión libertaria, los 24 gobernadores — aliados y opositores por igual— se reunieron en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) para reclamar en bloque fondos a la Nación. El frente fue tan amplio que sentó en la misma mesa a Axel Kicillof, del peronismo bonaerense, con mandatarios cercanos a Milei como Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, o Leandro Zdero, de Chaco.
El proyecto para coparticipar los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) prosperó en el Congreso pese al veto presidencial, y el Senado ya dio el primer paso para insistir con la norma. Más allá del desenlace legislativo, el mensaje fue inequívoco: los gobernadores le soltaron la mano al Presidente y no están dispuestos a cubrirlo sin contrapartidas. “La lealtad es una avenida de ida y vuelta”, repite cada vez que puede el salteño Gustavo Sáenz, que tras consolidar su poder provincial también tomó distancia de los libertarios.
Un segundo proyecto, que apunta a repartir los recursos del impuesto a los combustibles líquidos (ICL) y a eliminar una serie de fideicomisos, ya tiene media sanción del Senado y podría llegar al recinto de Diputados la próxima semana, con chances de convertirse en un nuevo revés para la Casa Rosada.Cantidad de votos obtuvo la posición de LLA en votaciones clave en Senadores
Los audios y el quiebre del veto
En agosto, el Gobierno quedó atravesado por el escándalo en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis). Audios filtrados del entonces titular, Diego Spagnuolo, mencionaban presuntos sobornos que habrían sido gestionados por Eduardo “Lule” Menem y señalaban a la secretaria general, Karina Milei, como beneficiaria final.
Ese mismo día, Diputados le asestó un golpe demoledor: con dos tercios del cuerpo, revirtió el veto presidencial y dio el primer paso para insistir con la emergencia en discapacidad. Dos semanas más tarde, el Senado completó la embestida: volteó definitivamente la impugnación de Milei y dejó expuesta como nunca la fragilidad parlamentaria del oficialismo. En ambas votaciones, el Gobierno resistió prácticamente en soledad. Fue la primera vez que la oposición quebró la herramienta más preciada del Presidente.
En el interín, la Casa Rosada intentó contener el incendio desplazando a Spagnuolo, pero el gesto llegó tarde: el oficialismo había perdido la capacidad de imponer disciplina y los bloques opositores olieron sangre. A partir de ahí, avanzaron sin reparos.
La derrota bonaerense
El 7 de septiembre llegó la prueba más dura. En las legislativas bonaerenses, Fuerza Patria, con Axel Kicillof a la cabeza, le sacó 13 puntos a los libertarios, que compitieron en alianza con Pro. El golpe fue demoledor: Milei reconoció la “debacle”, aunque prometió profundizar el rumbo. “No retrocederemos ni un milímetro”, desafió.
Ese fracaso arrastró todo. Gobernadores y socios provinciales se terminaron de despegar, mientras que muchos legisladores de Pro y la UCR —hasta entonces aliados— empezaron a votar en contra. En Diputados, la oposición rechazó por márgenes históricos dos vetos presidenciales. La emergencia en salud pediátrica (Garrahan) reunió 181 votos a favor de insistir con la ley, 60 en contra y una abstención. El financiamiento universitario, en tanto, sumó 174 votos positivos, 67 negativos y 2 abstenciones.
El dato político fue el quiebre dentro de Pro. Siete diputados —entre ellos Silvia Lospennato, Álvaro González y Germana Figueroa Casas— se desmarcaron definitivamente de la línea oficial. María Eugenia Vidal se abstuvo en el financiamiento universitario y votó contra el veto en pediatría. Otros, directamente, optaron por ausentarse: Francisco Morchio (alineado con Frigerio) y Gerardo Cipolini (referente de Zdero) pegaron el faltazo y evitaron exponerse.
Con este panorama —68 derrotas acumuladas desde junio—, LLA quedó reducida a la resistencia. Apenas logró sostener el veto al aumento de jubilaciones y busca ganar tiempo para frenar una reforma que limite el uso de los decretos de necesidad y urgencia (DNU), la herramienta que Milei convirtió en el corazón de su gestión. El Congreso, que a comienzos de año parecía un terreno conquistado, se transformó hoy en su mayor campo de batalla.
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