Mientras el Superministro, ahora devenido en “simplemente Sergio”, da vueltas a ciegas, los motores productivos del país crujen por el impacto de la sequía que hoy empieza a “no llegar” a las arcas ya vacías del Estado. Una realidad abandonada por la política suicida del Gobierno Nacional. A continuación el informe completo de la Bolsa de Comercio de Rosario.
La sequía le quitó a la economía santafesina 5.100 millones de dólares
En Santa Fe se perdieron dos tercios de la cosecha de trigo, maíz y soja: de 23 Mt que esperaban producirse a la siembra, hoy se estiman 8 Mt. Las pérdidas del sector productor ascienden a US$ 3.100 M, y para la economía provincial llega a US$ 5.100 M.
Mucho se ha hablado de las pérdidas que deja la campaña 2022/23 por la combinación de sequía por tercer año consecutivo con heladas a destiempo y olas de calor persistentes ya pasado el verano. Como resultado, no sólo la cosecha ha resultado dañada, sino que este impacto para el productor se traduce en menos viajes y pagos de fletes, mayor costo para la producción de leche, pérdidas ganaderas, menor inversión en maquinaria y construcción, menor actividad comercial en el puerto, entre otras, todas actividades con un fuerte epicentro en la provincia de Santa Fe.
Sólo computando los resultados en soja, trigo y maíz, el productor ha perdido a la fecha dos tercios de la cosecha. De 22,6 millones de toneladas que esperaban levantarse al momento de la siembra, hoy se proyectan levantar apenas 7,7 Mt. Los movimientos de precios, en tanto, con un Brasil que se dispone a sacar un volumen récord de granos desde Sudamérica, poco han ayudado a compensar la pérdida en volumen. De una valuación de casi 7.000 millones de dólares que tenía la producción proyectada al momento de la siembra, hoy se espera que los granos santafesinos se cosechen a un valor total de US$ 2.800 millones, perdiendo por tanto el 60%.
Ahora bien, para valuar la pérdida efectiva del productor que reservó el lote, compró insumos, y hoy ve frustrada su cosecha computamos los siguientes rubros:
A) Los márgenes que se perdieron en la superficie que no ha podido sembrarse por falta de humedad,
B) Las erogaciones en labores de siembra que se perdieron completamente por el fracaso total de la producción,
C) La pérdida de ingresos por el menor rinde obtenido respecto a lo que se había proyectado al momento de la siembra en aquellos lotes que sí se cosecharon.
La suma de estos conceptos arroja que en la campaña 2022/23 los hombres y mujeres de campo de Santa Fe incurrirán en pérdidas totales por US$ 3.100 millones de dólares. De estos US$ 3.100 millones de pérdidas, la mayor parte (57%) responde a los productores de soja, en tanto que los resultados de la producción de maíz explica otro 22%, y el trigo el 22% restante. Considerando el factor multiplicador del agro a nivel nacional del 64% este quebranto se traduce en una pérdida de US$ 5.100 millones para el Producto Bruto Geográfico (PBG) de la economía de Santa Fe1. Cabe aclarar que incluso dicho multiplicador es presumiblemente más alto para la provincia que a nivel nacional ya que la agroindustria tiene mayor peso en el nivel general de actividad a nivel regional pero no se cuenta con una matriz insumo producto a nivel provincial que permita afinar el cálculo.
Para finalizar, dado el rol estratégico que tiene el enclave industrial exportador de granos del sur santafesino en el Gran Rosario, es menester indagar en las pérdidas de la actividad logística de la provincia. Nuevamente, si se computa exclusivamente la exportación de trigo, soja y maíz en grano, así como también de harina y aceite de soja, de 66 millones de toneladas que preveían embarcarse desde el segundo nodo más importante del mundo al momento de las siembras, hoy se proyectan embarcar apenas 37 Mt. En valor, el ingreso de dólares previsto por esta actividad cayó US$ 11.000 millones, o un 42%, pasando de una previsión de US$ 27.200 millones al momento de la siembra a US$ 15.700 millones hoy.
El menor despacho de granos y subproductos desde los puertos tiene su correlato en el menor ingreso de mercadería al enclave santafesino. Se proyecta específicamente que el volumen de trigo, soja y maíz arribado a puerto en la campaña 2022/23 ronde los 24 millones de toneladas; ello es, un 60% por detrás del promedio de los últimos 5 años.
Si se computa el anterior volumen (los 24 Mt) en fletes camioneros, se prevén para la actual campaña 804.000 viajes de ida para ingresar a los puertos del Gran Rosario grano de todo el país, mientras que el promedio de los últimos cinco años asciende a 2 millones de camiones por año. Puede indagarse más sobre las proyecciones para la logística del Gran Rosario en la nota específica que acompaña la presente edición del Informativo Semanal.
En resumen, el impacto de la sequía 2022/23 ha sido duro para el sector agropecuario, pero no se circunscribe al mismo. La actividad económica en general, el valor de la producción y el ingreso de divisas no estarán exentos del golpe.
Contagio de la crisis a nivel regional
Entre los bienes y servicios conexos a la actividad agrícola que sufren el impacto de la menor producción 2022/23 en Santa Fe y explican el contagio a nivel general de la actividad regional se destacan: a) el incremento en los costos forrajeros para las cadenas de ganados y carnes; b) la menor actividad en el transporte de cargas y el consecuente menor consumo de Gas-Oil; c) el ajuste en la demanda de insumos en la campaña sucesiva, incluyendo la posible afectación de la calidad de la semilla; d) los menores ingresos en el sector de prestadores de servicios de almacenaje y acondicionamiento, así como también de los contratistas rurales por la caída en los rindes; e) la menor actividad en el complejo industrial oleaginoso emplazado en el sur santafesino, como se detalla en el artículo; f) los menores ingresos para los prestadores de servicios asociados a la mercadería exportada; g) la caída en los ingresos percibidos por los prestadores de servicios portuarios y/o sobre las embarcaciones; h) la afectación de la calidad comercial de soja para exportación; y i) los problemas en el cumplimiento de los contratos de arrendamiento de campos y de los pagos del sistema financiero, así como también la necesidad de refinanciar deudas.
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