Se estaban subiendo al Plusmar en ojotas, bermudas y musculosa y con el bolso lleno de ilusiones. Estaban listos para enfrentar un verano con un clima cambiante, lo que obligó a muchos, especialmente los que iban a pasarla en la costa bonaerense, a llevarse un suetercito o incluso una campera.
Pero a último momento el Ejecutivo les tiró por la cabeza la ley de bases, o ley omnibus (que no era el Plusmar y que más que omnibus es un transatlántico) y se tuvieron que sentar a laburar nomás, y a pensar fuerte, porque el omnibus venía cargado de todo y lo peor era que nadie entendía muy bien de qué. Era fin de diciembre, veníamos de un proceso eleccionario desgastante, con la gente vapuleada por las devaluaciones de 2023 que nos hicieron llegar con la soga al cuello. Eso fue hace mucho, algo así como un mes atrás.
Podría haber sido peor
El proyecto inicial tenía 664 artículos y antes del dictamen se le quitaron 141, por lo que llegaría con 523 a la discusión en el recinto, o algo por el estilo. El Dictámen salió finalmente, y al Gobierno le costó sacarlo. Hasta el final UCR y Pichetto amenazaban con no votar lo que el oficialismo presentaba, pero salió. Y a uno le da la impresión de que está bien que haya salido, está bien que haya salido con 141 artículos menos y está bien que a partir de eso se empiece a discutir en el recinto. No poder tratarlo hubiera sido una desgracia, y ni te digo si hubiera pasado limpito y sin modificaciones. Por primera vez en mucho tiempo digo: “menos mal que está el Congreso”. Un Congreso devaluado, con un Senado enmohecido y rosquero como pocos en la historia que batió récords de obstaculización e inactividad en 2023, con una clase política que encuentra su peor momento de imagen en muchas décadas, pero al fin y al cabo, un Congreso que tiene la oportunidad de funcionar y devolvernos la sensación de estar representados de alguna manera.
Cambiar hay que cambiar
Porque cambiar hay que cambiar, la Argentina de los Fernández - Massa es irrepetible, insostenible, imposible. Pero tratemos de entender qué es lo que queremos cambiar, porque aunque Milei sacó el 56% de los votos en el ballotage, hoy es Presidente con una representación parlamentaria de 7/72 (9%) en el Senado y de 37/257 (14%) en Diputados. ¿Todos queremos cambiar lo mismo? Que estos calores no nos mareen a los parlamentarios, poco acostumbrados a sesionar con estas temperaturas. Hay que mantenerlos hidratados y frescos. Cambiar por cambiar cambia cualquiera, mirá Juntos por el Cambio todo lo que cambió en estos meses, mirá Máximo Kirchner que hoy decidió no trabajar para sumarse al paro, mirá el kirchnerismo negándose a laburar y sin proponer nada, mirá la CGT que hacía cuatro años que no metía una medida de fuerza como cambió, mirá Javier Milei que hace dos años era panelista, hasta Negri tuvo que cambiar la camisa hawaiana que iba a usar en Traslasierra para ir a sesionar al Congreso. Es un momento de cambios, pero estaría bueno que tengamos al menos una idea de qué cambiamos y para qué lo vamos a cambiar. El tipo que hace dos años era panelista hoy los sentó a discutir y ese es hasta hoy su mejor acto de gobierno. Ahora demuestren que son dignos de la banca que ocupan y hagan pesar el voto que los puso ahí; para que la ignorancia, el impulso y los intereses ajenos, no se lleven por delante a la gente, y por otro lado puedan hacerse los cambios que este país necesita imperiosamente para salir adelante.
Nada fácil, se las regalo. No me van a venir a decir que hay alguien que entiende todo lo que están definiendo con una visión clara y sistémica. Al fin de cuentas creo que se trata de salvar lo salvable y después ver qué pasa.
El Aguijón les augura un sereno final de semana, un espíritu crítico y una visión aguda para que no nos caguen a cuentos. Al menos a eso tenemos derecho, y después veremos qué pasa.
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