Llega el cierre de las campañas y es difícil entrar en detalles. No porque sea un gran desafío intelectual hacerlo, sino más bien porque aparece como un ejercicio inútil. A grandes rasgos las cosas están puestas de manera bastante clara de frente al electorado. Esencial despertar el espíritu crítico, abrir los ojos y que no nos agarren de boludos.
El escenario de tres tercios podría presentar sorpresas. Mucho voto suelto.
Los tres tercios
Tenemos un tipo, el Ministro de Economía Sergio Massa, que es parte de un Gobierno que no tomó una sola decisión en 4 años, que nos trajo al borde la hiperinflación a golpes de impresora y castrando a la producción con mecanismos distorsivos de todos los tipos, que profundizó el deterioro de la infraestructura, que estranguló al campo. Un tipo que es parte del mismo Gobierno que arruinó PyMEs durante la pandemia, que encerró innecesariamente a millones de argentinos por un tiempo injustificable impidiendo a miles de personas despedirse de sus seres amados; un Gobierno que mantuvo cerradas las escuelas por dos años asestando un golpe a la educación de una generación entera que será difícil recuperar; que usó al Senado de la Nación como oficina de gestión de la impunidad de Cristina Kirchner, que desobedeció fallos de la Corte Suprema de Justicia; un tipo que es parte de un Frente que deja un tendal de casos de corrupción, desde las causas por la Obra Pública kirchnerista con De VIdo y su ballet, pasando por Hotesur-Los Sauces, haciendo escala en el Memorándum con Irán que se limpia el culo con las investigaciones sobre los dos atentados terroristas más terribles de nuestra historia y cierra con Chocolate Rigau y los excesos del latin lover Martín Insaurralde y su cofradía de inmorales; podría seguir escribiendo varias páginas sobre este Gobierno, porque durante los últimos 4 años los observé cada día desde mi trabajo, y busqué denunciarlo desde mi humilde lugar. Sobre todo busqué que estos tipos no nos agarraran de boludos. Tenemos un tipo, decía, que hoy pretende desvincularse de todo esto, y contarnos que él representa el cambio, de la mano de los Ñoquis de La Cámpora, a los que imaginamos meterá presos después de las elecciones.
Por otro lado tenemos a otro tipo que nos propone un sinsentido lógico, en algunos casos perverso, en casi todos falaz y en otros casi cómico, si no fuera tan real. Milei no propone nada, simplemente eso. Cerrar el Banco Central, dolarizar (eliminar el peso), terminar con la educación pública, terminar con la salud pública, cerrar el Conicet, forman parte de un “no decir nada” que les ha sido muy cómodo, en gran medida porque se lo han permitido. El desorden lógico radica en que proponen eliminar partes vitales porque funcionan mal. Como si se te pinchara una goma del auto y la solución fuera tirar la rueda y seguir con tres. No diciendo nada, Milei puede reformular contínuamente todo lo que dice, aludiendo que el interlocutor no entendió lo que dijo. Tramoya de jugador de truco, que sorprende por su eficacia a estos niveles. Concretamente, Javier Milei no dijo nada de nada, y con esto le ha ido bastante bien hasta hoy, que se vota en serio. El componente del voto castigo y la incidencia del voto suelto han sido factores que Milei ha querido obviar continuamente. Las formas libertarias no son de mi agrado, pero no es en definitiva lo que le critico a Milei. Creo que Javier Milei fue capaz de levantar legítimamente la voz de muchos, pero no supo elevar la calidad del discurso. El show, twitter y Barrionuevo podrían no alcanzar de cara a la elección verdadera.
El tercer actor es Patricia Bullrich, que sin dudas es la peor oradora de los tres. Presenta un programa y equipos y tiene, todavía y al final de cuentas, una estructura partidaria que la sostiene. El equipo de campaña erró feo de entrada, permitiendo que su candidata quedara empantanada en discursos que le son ajenos, y no haciendo hincapié en sus principales virtudes: es aguerrida, no le saca el cuerpo a la pelea real que la política exige y tiene decisión. Bullrich ostenta una gestión de difíciles 4 años al frente del Ministerio de Seguridad de toda lel gobierno de Mauricio Macri, en la que se manejó con coherencia. Por último, en estos cuatro años, la fuerza que impidió que el Gobierno de Fernández, Fernández, Massa, se llevara puesto el país fue la fuerza que presidió, hasta que se definió como candidata, Patricia Bullrich.
No hay mucho más que esto dando vueltas. Llegó el momento de votar en serio, leyendo la realidad. Muchos de nosotros no nos sentimos representados plenamente en ninguna de las propuestas, muchos quisieramos que este país no nos pusiera frente a decisiones de vida o muerte una vez cada cuatro años, muchos soñamos con un país que funcione sin importar demasiado la fuerza que gobierna y muchísimos estamos enojados, furiosos incluso, con lo que nos toca vivir. El 22 de octubre se vota en serio, se vota lo que se tiene enfrente
Espíritu crítico alerta y mente despierta, para que no nos agarren de boludos, les augura, El Aguijón.
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