El ex subsecretario de Ciencia de Barack Obama trazó un panorama sobre cuál es el escenario respecto al cambio climático y el calentamiento global. En diálogo con el medio especializado EconoJournal advirtió sobre la necesidad de que los países aprovechen sus recursos para abastecer su demanda energética y aseguró que no hay una crisis climática.
Steven Koonin, físico teórico estadounidense y ex subsecretario de Ciencia del Departamento de Energía durante la administración de Barack Obama, compartió su mirada sobre el cambio climático y las implicancias de las acciones que están llevando adelante los países a fin de combatirlo.
En su libro “El clima: no toda la culpa es nuestra”, Koonin brinda un análisis no alarmista sobre el calentamiento global en el que analiza cuál es la incidencia que tiene la actividad humana y cuestiona lo que cree la sociedad respecto a lo que dice la ciencia sobre el tema.
Hace unos días viajó a la Argentina invitado por el Grupo Techint para participar de una reunión de transición energética que organizó el Grupo con directivos de sus empresas industriales provenientes de varios países del mundo -principalmente de la Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos, Italia, Medio Oriente, México, una iniciativa que atraviesa transversalmente a todas las unidades de negocio que integran la compañía (Tecpetrol, Ternium, Tenaris, Techint Ingeniería y Construcción, Tenova). En diálogo con EconoJournal y La Nación, el físico advirtió que hay regiones que se encuentran en desarrollo y que resulta necesario que utilicen sus recursos para abastecerse de energía. A su vez, se refirió al proceso de transición y expresó: “Vamos hacia un intento de tratar de transformar el sistema de energía sin haberlo pensado detenidamente en términos de costo, estrategia y consecuencias”.
La propuesta de Koonin es cancelar el concepto de crisis climática, puesto que indica que aún no hay una crisis, pero que sí se debe reconocer el desafío que implica reducir las influencias humanas. También, que no se debe limitar el suministro de energía del mundo en desarrollo, sino que se debe promover el crecimiento y la resiliencia de los países y que se deben hacer mejores representaciones de la ciencia y las tecnologías ante los no expertos.
—¿Cuál es el análisis que realiza sobre el cambio climático?
–Primero, la ciencia no dice lo que la mayoría de la gente piensa que dice. Las personas reciben una ciencia filtrada a través de resúmenes políticos, a través de los medios. Segundo, no hay una crisis climática. La ciencia dice que esto tal vez sea un problema, pero que no es algo que sea tan serio como para tener precedencia sobre muchos otros problemas que el mundo tiene hoy. Tercero, me parece que nos estamos tirando de cabeza y vamos hacia un intento de tratar de transformar el sistema de energía sin haberlo pensado detenidamente en términos de costo, estrategia y consecuencias no anticipadas.
—¿Los gobiernos están observando el cambio climático?
–Sí, están observando el cambio climático en lugar de observar que hay gente que no puede comer o en lugar de observar la pobreza. Por ejemplo, hay 3.000 millones de personas de los 8.000 millones que hay en el mundo que hoy utilizan menos electricidad que la heladera estadounidense promedio. La persona promedio en Nigeria utiliza una trigésima parte de la energía que la que se usa en Estados Unidos en los refrigeradores. Creo que cualquier persona que haya trabajado o haya visitado estos países, que poseen deficiencia de energía, tiene una idea de lo difícil que es la vida sin una fuente de energía adecuada. Entonces yo diría que la primera prioridad, si a uno le interesa la raza humana como un todo, sería asegurar de que esa gente tenga la energía suficiente. Esta parte de la región todavía está en desarrollo y necesita empezar a usar recursos para generar energía.
Reducción de emisiones en la Argentina
Koonin también se refirió a las políticas que llevan adelante las empresas del sector energético a fin de reducir las emisiones de dióxido de carbono y reducir el impacto ambiental. En esa línea, reflexionó sobre las iniciativas de reducción de emisiones que se quieren aplicar en la Argentina.
—Nuestro país en este momento está tratando de poner en valor Vaca Muerta, un play de no convencional muy importante. Las empresas que están produciendo petróleo en esta formación están lanzando programas de cero emisiones para llevar a cabo este proceso de manera rápida. ¿Es correcta esta visión o se debería tratar de producir lo máximo posible primero?
–Las empresas van a terminar emitiendo o lo harán los clientes que usen ese petróleo. Ya sea que se trate de nafta o de combustible diésel. En una empresa como British Petroleum, donde yo trabajé, las emisiones del procesamiento del petróleo eran solamente el 10% de las emisiones totales del producto. Ahora, con respecto a si deberían estar haciendo esto o no, el petróleo es un commodity, entonces, más bien se trata de la actividad económica a través de una empresa, más que dar suministro al mundo. Creo que hay que verlo desde esa perspectiva. Si no lo hicieran, habría un poco menos en el mercado, alguien podría producir un poco más y como resultado de eso el precio podría subir un poco.
—Hay algunos consumidores que demandan energías más limpias, que la producción sea más limpia.
–Sí, claro. Está bien. La gente quiere hacer eso, pero se trata de una cuestión de cuánto dinero extra quieran pagar. Por eso, los estudios en los Estados Unidos y en Europa muestran que la gente está más que dispuesta a apoyar la Agenda Verde en lo abstracto. Pero en lo que tiene que ver con pagar por semana o por mes no está esa misma disposición.
–¿Cree que hay espacio para todas esas iniciativas?
–Sí, claro. Si se puede ganar dinero haciendo eso, ¿por qué las empresas no lo harían? Una vez que se dan cuenta de que no están salvando el planeta, la diferencia no es muy importante. O sea, sólo se trata de algo que te puede hacer sentir bien.
—En cuanto al desarrollo global, algo que se ha planteado es que en cada país debería encontrarse la manera de poder desarrollar los recursos energéticos. ¿Eso implica desarrollar todas las fuentes disponibles, desde el carbón hasta la renovables, o hay alguna condición de borde que habría que atender en este momento?
–Creo que es muy difícil para la comunidad internacional decirle a un país qué es lo que no se puede hacer en lo que tiene que ver con la energía y con lo que respecta a la disponibilidad. El científico, Roger Pinckham, ha hecho un estudio sobre lo que se llama la Ley de hierro de la energía que tiene que ver con esto. Los países van a hacer lo que necesiten hacer para obtener energía. Entonces, es un shock para mí cuando, por ejemplo, el Banco Mundial le dice a Vietnam que no va a financiar una planta de carbón porque contamina. Creo que Vietnam necesita tanta energía como pueda tener. Y si el Banco Mundial le dice que no, China va a intervenir y lo van a terminar haciendo igual. Creo que es muy difícil decirle a un país qué hacer a menos que puedan hacer la diferencia. Y de hecho lo dicen, si escuchan a Modi en India, él dice “vamos a hacer lo que tengamos que hacer para obtener energía”.
—¿Cuál es la recomendación que tiene para la Argentina? ¿Qué es lo que se debería hacer?
–Yo no conozco cuál es la situación energética argentina. Sí sé que tienen tres plantas nucleares en operación. Si lo que quieren es reducir las emisiones en electricidad, creo que esa es una muy buena alternativa. Una pequeña planta nuclear. No sé hasta qué punto están utilizando energía eólica, pero tienen que recordar que si producen este tipo de energía necesitan algún tipo de backup también. Y eso representa un costo extra si quieren reducir el uso del gas o las plantas de carbón. Con respecto al transporte, mi sensación es que las distancias son muy grandes, entonces la electrificación no es algo muy fácil.
Uno de los problemas que vemos en los Estados Unidos y en Europa es que la gente que realmente comprende el sistema de energía, que lo desarrolla, que lo opera, queda fuera de las discusiones acerca de cómo debería evolucionar, es decir, los expertos técnicos. Y creo que, si involucramos a esas personas, que muchas veces son gente de buena voluntad, sería algo muy positivo.
Impuestos
Koonin también analizó los pormenores de los impuestos al carbono y dio cuenta de cuáles son las razones que poseen los actores del sector para producir energía más limpia.
—Muchos países están aplicando medidas como el impuesto al carbono, ¿esto se puede justificar en alguna situación? ¿Tiene sentido para los países en desarrollo?
–En el caso de países en desarrollo no. Creo que en países desarrollados el problema con el impuesto al carbono se puede explicar porque hay tres cosas que se deberían estar haciendo y no se hacen. Una es que tiene que ser predecible. No necesariamente constante, pero predecible. Lo segundo es que tiene que ser universal, en todos los aspectos de la economía, porque en los transportes no hace mucha diferencia tener un impuesto al carbono. Lo tercero es pensar qué se va a hacer con el dinero. En los Estados Unidos tenemos una cantidad bastante significativa de dinero, estamos hablando de 6.000 millones de toneladas de CO2 por año a 40 dólares por tonelada, lo que representaría 240.000 millones de dólares. Es mucho dinero. Incluso para los Estados Unidos es mucho dinero. Ahora, ¿vamos a confiar en el Congreso para distribuir razonablemente esa suma? No.
También, está el espacio internacional donde hay impuestos en los países y eso hace que los bienes sean más caros. Eso ya no sé cómo se arregla. La gente habla de ajustes en la frontera, pero me parece a mí que es una perspectiva bastante complicada.
—¿Qué análisis realiza sobre la administración de Joe Biden?
–Creo que muchas de las políticas han sido mal planeadas y mal pensadas. Por ejemplo, la Ley de reducción de la inflación. Grandes subsidios para energía solar y eólicas, cuando esos tipos de energías ya son las más baratas y no tiene sentido subsidiarlas. También, las restricciones en las exportaciones de gas natural, algo totalmente contraproducente. Creo que las partes de investigación y desarrollo de esa ley son buenas. Tendrían que poner dinero de investigación y desarrollo en energía nuclear, en almacenamiento de la energía, en informática de la red. Creo que todo eso es bueno, pero hay demasiada eólica y creo que subsidiar vehículos eléctricos tampoco es algo que valga la pena. Nadie quiere comprarlos. Creo que es totalmente político.
Exportación de LNG
Por último, Koonin brindó su análisis sobre las políticas implementadas por el gobierno de Joe Biden y el freno de Estados Unidos al otorgamiento de nuevos permisos de exportación de Gas Natural Licuado.
—Respecto al freno de en cuanto al otorgamiento de nuevos permisos de exportación de LNG, ¿cuánto de esa decisión tiene que ver con la política?
–Eso es algo totalmente político. Todo el mundo sabe que después de las elecciones eso va a cambiar, pero ahora sí causa problemas porque los negocios quieren tener tanta certeza como puedan a la hora de realizar sus inversiones, que duran múltiples décadas. Entonces esto realmente tiene una influencia en la voluntad de hacer esas apuestas. Creo que el aprovechamiento de las reservas estratégicas de gasolina lo están liberando para mantener los precios baratos para el verano. Lamento mucho que esté haciendo esto.
—Muchas personas hablan sobre los efectos del cambio climático. ¿Cómo observa esto?
–Los medios se suben a todas las posibles catástrofes y plantean que es un tema climático. Hace dos veranos tuvimos muchas inundaciones en Pakistán. Mucha gente falleció. Dos días después del evento, el ministro de Medio Ambiente de Pakistán salió en la televisión y dijo que fue por el CO2 y que se les debía dinero por eso. También dijo que fueron las peores inundaciones que tuvieron desde 1960. Los británicos tenían registros desde 1850 y el monzón de ese año no fue particularmente infrecuente si lo comparamos con los años anteriores. Lo que lo hizo diferente esta vez es que las montañas en Pakistán habían sido privadas de árboles. Entonces hubo muchísima más gente que vivía en planicies que se podían inundar y donde no deberían haber estado. Entonces, por supuesto, la catástrofe fue causada por humanos, pero no lo hizo nada de orden climático. Eso tiene que ver con la mala infraestructura. Con el incendio de Maui ocurrió lo mismo. El peligro existía. Había mucha vegetación. Había reportes. La gente que vivía ahí decía que era un peligro. Y el evento climático que lo precipitó no era inusual. Los medios se suben a eso. Lo hacen porque como noticia es maravilloso y lo propagan.
—¿Cuál es el mensaje que tiene para los jóvenes que es el grupo que está detrás de esta agenda de transformar radicalmente la manera en la que producimos energía en el mundo? Cuando analiza la situación climática, ¿qué es lo que le preocupa?
–Yo veo el registro histórico. Durante los últimos 120 años, hemos visto tanto calentamiento como el que las Naciones Unidas está proyectando, es decir, 1.3 grados. En los últimos 120 años, la humanidad ha prosperado como nunca antes en su historia. La esperanza de vida pasó de 52 a 73 años. El PBI per cápita crece por siete. La tasa de alfabetismo crece hasta el 80%. Las tasas de muerte por clima extremo bajaron en un factor de 50, a pesar o tal vez por el calentamiento global. No pienso que otros 1.3 grados vayan a descarrilar todo esto.
Las sociedades funcionan. Nos adaptamos. Yo le pregunté a los expertos qué es lo que realmente les preocupaba y no pueden dar una buena respuesta. Dicen que va a pasar algo malo, pero que no saben qué será ni cuándo va a pasar. Hay todo un abanico de cosas malas. Es muy difícil imaginar algo en la escala de una pandemia, un asteroide, una llamarada solar. Creo que tenemos que desarrollar la mayor parte de la humanidad al punto de que sean más resilientes. Hay cosas que nos complican, pero tenemos que saber manejarlas y adaptarnos. Creo que manejamos bien la pandemia.
¿Qué le decimos a los jóvenes? No se crean todo lo que escuchan. Esto uno lo aprende cuando se hace mayor. La humanidad mejora y mejora. Si quieren cambiar el sistema energético por preocupaciones con el clima, más vale que lo entiendan primero. Yo enseñaba en NYU, a nivel máster, un curso de clima y uno de energía, y allí utilizaba solamente material oficial. Datos, observaciones, modelos. En las clases cuando los estudiantes salían se iban con los ojos abiertos. Eso es lo que yo haría. En el caso de la gente joven, yo tenía un alumno de 16 años que estaba absolutamente convencido que se venía al fin del mundo y yo le dije que lo debía mandar a otros lugares para que vea cómo viven allá.
Nota publicada por EconoJournal
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