Los desequilibrios macroeconómicos de Argentina han afectado al mercado laboral, cayendo tanto el empleo privado no registrado como los salarios en términos reales.
Los fuertes desequilibrios macroeconómicos de la economía argentina, encerrada entre una economía que no crece en términos per cápita desde 2011 y una altísima inflación que cerró el 2023 corriendo al 211% anual ha golpeado al mercado laboral. Como consecuencia, el empleo se contrajo notablemente en diciembre del año pasado. Siguiendo los datos disponibles del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en diciembre de 2023 el sector privado perdió 9.395 puestos de trabajo registrados respecto al mes anterior (sin estacionalidad). Para encontrar otra caída mensual en diciembre nos debemos remontar a los años 2018 y 2019, con pérdidas de 15.446 y 19.067 empleos, respectivamente. No obstante, la caída más acusada se registró en diciembre de 2015, cuando se perdieron 30.120 puestos registrados privados.
Si se amplía la perspectiva, se puede observar que la crisis en el mercado laboral comienza en abril de 2018 y continúa casi ininterrumpidamente hasta julio de 2020, cuando toca piso con el ASOP (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), desde donde empieza la recuperación post-pandemia. En el interín se perdieron más de 489.500 empleos asalariados registrados del sector privado, siendo abril de 2020 el mes más duro, registrando un negativo de más de 108.000 puestos.
A partir de entonces se dio una recuperación importante y sostenida hasta agosto de 2023, cuando se alcanzó el máximo nivel de empleo asalariado privado desde el inicio de la serie, superando en más de 122.000 puestos el máximo previo. A pesar de ello, la recuperación vino de la mano de niveles de salarios cada vez más precarios, hasta que a partir de septiembre de 2023 el nivel de empleo comenzó a decaer nuevamente.
Si se analiza la evolución de los salarios desde la salida de la convertibilidad, se puede observar una violenta caída post-crisis, en la que tanto los salarios públicos como los privados y no registrados se ajustaron fuertemente. Entre diciembre de 2001 y diciembre de 2002 los salarios públicos cayeron casi 29%, mientras que los privados lo hicieron un 17% (partiendo de un nivel más bajo) y los no registrados sufrieron la peor caída, de 33%.
Desde entonces, los salarios privados y no registrados se fueron recuperando mientras que los públicos se mantuvieron relativamente estables. Estos últimos comienzan a caer en los últimos meses de 2010, para situarse, a mediados de 2012, entre los privados y los no registrados. Se puede identificar agosto de 2013 como el punto en el que los salarios privados llegan a un máximo. A partir de allí la evolución de los distintos índices es similar, estancados en torno a su media hasta 2018, momento en el que comienza la crisis que perdura hasta 2020 y que la pandemia acentuó.
Aunque la crisis del COVID-19 implicó una caída muy grande de la actividad, los niveles de salarios se mantuvieron relativamente constantes, exceptuando los no registrados, que, a partir de 2021, se disocian de los demás y comienzan a caer a un ritmo mayor. A pesar de la dinámica inflacionaria creciente, en el año electoral 2023 los salarios registrados (tanto públicos como privados) se mantuvieron relativamente constantes hasta diciembre. Con la devaluación del dólar y el fogonazo inflacionario de diciembre (25,5%), los salarios privados en enero de 2024 se ubicaron 12% por debajo en comparación con noviembre de 2023, mientras que los públicos cayeron 21,9% y los no registrados fueron los mayores perdedores un 20,9%.
Además de la acusada caída, se destaca los niveles en los que se encuentran los salarios en Argentina. Si se compara contra los niveles máximos registrados en 2013, se observa que los salarios registrados privados y públicos pierden 35,0% y 43,6% de poder de compra, respectivamente, mientras que los no registrados un 61,1%. Si se toman como referencia el nivel de salarios de 2018, los resultados son -28,9%, -38,3 y -62,2%, respectivamente.
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