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Foto del escritorEl Aguijon Noticias

Sergio Massa o la devaluación de la confianza

Por Emiliano Damonte Taborda

En este mundo de noticias más rápidas que los eventos, las presentaciones terminan sustituyendo a los hechos. Al menos por un tiempo, la secuencialidad queda tan apretada en una singularidad, que es muy difícil entenderla. Solo mirando el marco de referencia es posible hacerse una idea de lo que sucede.


Sergio Massa, sin tiempo, sin red y sin confianza de nadie.


 

La confianza devaluada.

Los cambios en el gabinete fueron tales, la resonancia que adquirieron a través de los medios fue tal, el hartazgo de propios y ajenos era tan grande, que generaron un golpe de efecto casi perfecto. Todos de una manera u otra sentimos alivio tras el anuncio del Superministro, tal vez porque da la sensación de ruptura de una continuidad que se nos hacía insufrible.


¿Rompe algo la llegada de Massa?

Definitivamente no rompe nada. De hecho Massa no es un disruptivo, sino un hábil lector de las circunstancias, uno que sabe muy bien donde ponerse cuando suceden las cosas. La pregunta es si le alcanzará con esta habilidad para salir del brete en el que se encuentra. Hoy se le exigirán resultados rápidos y mensurables sin tiempo ni espalda.


El Peronismo perdió la confianza en «la confianza»

El Turco Asís, en su siempre filosa y divertida columna de jorgeasisdigital.com, relativiza y hasta condena a la intrascendencia a los indicadores de imagen. Yo no sería tan terminante, porque esto no es una elección y no estamos frente a una campaña, más allá de que para el Gobierno su gestión se haya transformado en eso. Imagen negativa es «falta de confianza» y este Peronismo parece haber perdido la confianza en «la confianza», la considera innecesaria.

Sergio Massa le cae bien a Moria Casán y a Malena Galmarini, a nadie más. No lo quiere Cristina, no lo quiere Alberto (¿Se acuerdan de Alberto?), no lo quiere Larreta, no lo quiere Mario Negri, no lo quiere Grabois, ni Kicillof, ni el Cuervo Larroque. Nadie confía en él, pero está en el centro de todo y esta vez le toca a él hacer lo más difícil, es decir, hacer. Sin margen, sin red y sin confianza de nadie.


Etapa de choque

Hace rato que el país ha entrado en una etapa que yo defino: “de choque”. Con esto quiero decir que se trata de una etapa en la que empezamos a sufrir los efectos materiales de los errores cometidos. Ya no es en un futuro lejano en el que sucederán las catástrofes anunciadas por profetas discutidos.

Hoy a cada error le corresponde una casi inmediata consecuencia material. Los capos de “La Cámpora” que manejan la energía en nuestro país se entretienen peleando con Guzmán mientras el mundo se encamina a una guerra, y diez minutos después estamos sin gas y gasoil y teniendo que sacar miles de millones de dólares de donde no tenemos. ¿Qué es lo que vuelve esta situación tan dramática? La caja vacía. No hay guita, no hay colchón, no hay margen. Todo nos explota en la cara.

En este contexto, una declaración equivocada te empuja dos puntos la inflación, te recorta la oferta, te frena la liquidación de exportaciones, te cierra una fábrica, te quiebra una economía regional. Ya no hay espacio para el relato.


Mientras tanto, no nos olvidemos del marco de referencia

Mientras tanto, la inflación galopa, la calidad institucional del país languidece con los tres poderes buscando ejercer poder el uno sobre el otro, la infraestructura se deteriora corroída por 20 años de tarifas subsidiadas, tenemos 40 porciento de pobres, el déficit fiscal se acentúa, seguimos discutiendo si un tipo condenado por chorro puede ejercer un cargo público (Creo que ya estaba claro en el código de Hammurabi), la educación y la salud solo se obtienen pagando fuerte, de la seguridad no hablemos, y acá paro porque tengo un día por delante.

¿La llegada de Sergio Massa cambia algo? Lo sabremos rapidísimo.

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