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Foto del escritorEmiliano Damonte

La razonable consecuencia de la sinrazón

Las implicancias de los varios Alberto Gates que se van abriendo son inmensas. Algunos hablan del fin del progresismo, como si fuera posible enmarcar algún cúmulo, razonablemente relacionado, de personas o conceptos, en esa definición. La verdad es que la erosión al sistema que deja al descubierto el mamarracho de Alberto Fernández espanta, pero es solo el corolario de una larga seguidilla de perversos. ¿Cómo carajos se sostiene la institucionalidad en este país? ¿Quién la banca? 

 


1.000.000 de menores de 18 años se van a dormir sin comer en Argentina
1.000.000 de menores de 18 años se van a dormir sin comer en Argentina


Alberto Fernández llega como medida última y desesperada de un sistema de poder que se enquistó en el país y que no está dispuesto a abandonar la presa. La incapacidad de Mauricio Macri para cambiar las cosas derivó, tras los últimos cuatro años de anarquía demente, en la elección de Javier Milei. Visto desde acá, parece razonable que haya ido en estos términos. 


Una matríz clara que indicaba un final trágico

Néstor abrazado a la caja fuerte, José López revoleando bolsos llenos de dólares en un convento, La Rosadita, Julio de Vido, Pablo Schiavi, Ricardo Jaime, Amado Boudou, Guillermo Moreno. Solo por nombrar a algunos de los más emblemáticos. ¿De verdad nos sorprende tanto Alberto siendo que proviene de la misma matriz? ¿No es solo la razonable consecuencia de la sinrazón?


La sinrazón

Supe que la CGT nombró persona no grata a Alejandro Finocchiaro, impulsor del proyecto de ley, hoy con media sanción de Diputados, que propone que la educación sea “Servicio estratégico esencial”. Se me ocurrió que si la CGT me nombrara “persona no grata” por cualquier motivo, les pediría que me extiendan un diploma, para colgarlo enmarcado detrás de mi escritorio, pero si encima esto fuera por defender la educación de los pibes de mi país, ni te digo. Chapeau a Finocchiaro.


El sindicalismo argentino es la expresión más triste posible, el final más trágico imaginable, de un sistema de representación genuino y sano que surgió espontáneamente a fines del siglo XVIII en Inglaterra y que tuvo un éxito inmenso en mejorar las condiciones de vida de millones de trabajadores en todo el mundo. En nuestro país, el sindicalismo se convirtió en “puro factor de poder” al servicio de los poderes políticos de turno, pero fundamentalmente del Peronismo. Hoy solo guarda una capa de esmalte peronista gastado y disfuncional, y un discurso tan anacrónico, como hablar de Comunismo y Fascismo o citar a economistas del siglo XVII para explicar fenómenos de un mundo de una complejidad inimaginable hace 3 o 4 siglos.


Una agenda desconectada

La sensación sigue siendo la de estar manejando una agenda que no responde a los desafíos que la realidad nos impone, que nuestra representación no responde a nuestras necesidades de supervivencia, pero que encima se nos caga de risa en la cara. Por eso en el sistema de representación política en el que vivimos, llegó a la Presidencia de la Nación un tipo que no era político.  


Institucionalidad vs. Héroes

La institucionalidad depende fundamentalmente de la confianza que la ciudadanía tenga en las instituciones. Eso en nuestro país tiende a cero, y no es nuevo. No me salgan con que el Estado impone, son patrañas. Sin el reconocimiento de la ciudadanía no hay instituciones. La fuerza, nos enseña el tío Rousseau, solo puede imponer las cosas por un período de tiempo muy breve, luego son necesarios esfuerzos descomunales para sostener lo que la ciudadanía se rehusa a aceptar, y eso es insostenible a largo plazo. 


A la institucionalidad en nuestro país hoy la sostienen los maestros que van a dar clase todos los días; los médicos que atienden en una guardia 24hs con un escarbadientes y dos curitas; la enfermera que trata con humanidad al enfermo; el tipo que se preocupa por no ensuciar el espacio público y se guarda el papel del caramelo en el bolsillo; el que deja pasar al peatón en la esquina, el que no cruza a mitad de cuadra; el que te devuelve una sonrisa cuando le rajas una puteada porque entiende que estamos todos al palo; el que, pudiendo, le aumenta a un empleado por encima del convenio.  ¿El Aguijón se ha vuelto ingenuo? De ninguna manera, lo que estoy queriendo decir es que es ese tejido social fundado en la reciprocidad, más característico de las pequeñas comunidades que de los grandes Estados, del que hoy depende el equilibrio de una Nación. Y eso, aunque suena bellamente, es en realidad una tragedia. Un Estado sólidamente plantado no debería depender de los comportamientos individuales de sus ciudadanos. No sos un héroe porque vas a laburar todos los días en Dinamarca. Los héroes se multiplican, cuando el sistema no funciona.    


Lo que importa

Es un mundo raro el que vivimos, algunos hablan incluso de Comunismo, una figura que espanta sólo por el olor a humedad que se trae encima. La posverdad se ha instalado en todos los estamentos y ya es muy difícil identificar lo importante. Cada noche, más de un millón de chicos se van a dormir sin cenar; el consumo de gas de la industria cayó en Julio (hace dos semanas) un 15% respecto al mismo período del año pasado; la venta de productos PyMEs cayó más o menos en iguál proporción; 55% de pobres, casi 20% de indigentes; caminos en las provincias dignos de una red vial del siglo XIX; retenciones e impuestos al agro que ni un Señor Feudal le cobraba a sus arrendatarios en el medioevo; venta de niños, trata de personas; 


Dejemos a Alberto y Fabiola en manos de la justicia, y que Yuyito le dé picos a quien quiera, que hay asuntos urgentes que resolver. Que el escenario institucional de nuestro país deje de ser un sainete con muy mal libreto.  


Salutación

Incomodidad, espíritu crítico, acidez estomacal, que se les rompa el sillón, el banquito o la reposera, les auguro dolor de ancas e inflamación del ciático para que no se queden tranquilamente sentados en los miedos del pasado, los relatos del presente y las promesas del futuro, y más que nunca: solidaridad, empatía, respeto por la dificultad del otro, generosidad y paciencia, espíritu crítico que más no se pueda, ojos abiertos y equilibrio emocional, les augura El Aguijón.


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