¿Realmente hace más sencillas las cosas gambetear la solución institucional? La ética es la estética de lo moral.
por Emiliano Damonte Taborda
El 5 de abril escribía en una nota de opinión: No es posible comprar institucionalidad, solo es posible construirla… o destruirla. Hoy, muchos de los que profesan estar salvando a la República solo están acelerando el deterioro Institucional de la Nación. Ya no hay servilletas de Corach, hoy vamos con un “tuit” por el Juez Lijo a la Corte, uno de los transeros más representativos de la justicia funcional a la “casta” que haya en el país, pero lo hacemos con la bandera antisistema enarbolada en el palo mayor. Y no dudo de que se vaya por Lijo buscando facilitar el camino, de hecho Rosatti se ha mostrado inmanejable para el poder político, solo digo que si seguimos destruyendo nuestras instituciones, de veras un día nos vamos a encontrar en Venezuela, o en El Salvador si se prefiere, y yo quiero vivir en Argentina.
Del twit de Lijo pasamos al Congreso, hoy estamos esperando la definición de la Comisión de Acuerdos, que presumiblemente evitará quedar en el medio de una decisión tan importante y terminará dándole curso al tratamiento en el Recinto de su pliego y el de García Mansilla.
No vale todo
Las objeciones morales son difíciles de sostener y de hacer pesar, simplemente porque no siempre lo moralmente reprochable es ilegal o está fuera de las reglas de funcionamiento. Sin embargo lo ético es determinante y lo ha sido a lo largo de la Historia de la humanidad. La ética, es la estética de lo moral. En otras palabras, así como la estética busca la belleza en el arte y la naturaleza, la ética busca una forma "bella" o adecuada de actuar moralmente. La ética no solo se ocupa de lo que es correcto o incorrecto, sino también de la manera en que estos comportamientos reflejan armonía o belleza moral.
El atajo es inmoral
Estando en el poder suele ser difícil evitar usar todo el ancho de la cancha. Milei, desde su concepción funcionalista, parece tener poca capacidad para detectar la importancia de que lo que se hace, aparte de estar permitido, sea moralmente aceptable. La Corte de Rosatti, tal como vengo diciendo hace algunos años, ha sido impermeable al poder político, de ese modo se transformó en un problema para los Gobiernos de turno, pero lo es en particular para uno que pretende gobernar prescindiendo del Parlamento. La amenaza de veto a una ley que superó la aprobación de los dos tercios de ambas Cámaras lo demuestra. Milei parece tener muy claro que la institucionalidad le pone límites, y por eso, como casi todos sus predecesores, empieza a buscar jaquearla.
Lijo, una chanchada
Parece no haber una causa legal para impedir que Ariel Lijo, el emblema mismo de la Justicia funcional a la política, el sueño de toda la casta, termine siendo Juez de la Corte Suprema. Se trata de un tipo objetado, sobre todo por gran parte de sus pares, a raíz de su demora en definir la causa por la polémica reestatización de YPF de 2012, el envío a Formosa de una causa contra el gobernador K de esa provincia, Gildo Insfrán; el caso del Correo de los Macri, el asesinato de Rucci, la causa Siemens donde no procesó al ex ministro del Interior Carlos Corach ni ningún otro funcionario, entre otras. Un tipo equilibrado que le ha hecho favores a todos, en ese sentido Lijo trasciende la grieta. Decía, no parece haber un motivo legal para frenar la nominación de Ariel Lijo, salvo que queda para el ojete, y que pondrá a un inmoral consumado a decidir en el Supremo Tribunal de la Nación por los próximos 20 años, tanto tiempo, que para cuando se retire, probablemente la mayoría de los tipos que hoy podrían promoverlo, ya habrán partido de este mundo.
La institucionalidad es la única salida
Cierro la nota con una cita del enorme Loris Zanatta, Historiador analista de la realidad de América Latina, de los populismos y en particular un apasionado conocedor de la Argentina de los últimos 70 años.
“Obsesionados por la emergencia económica crónica, los liberales piensan que, una vez arreglada esa, se puedan arreglar las instituciones. Yo creo, por el contrario, que nadie tendrá esperanzas de estabilizar la economía mientras no se blinden las instituciones. ¿Difícil? Sí, titánico, pero no hay atajos.”
Loris Zanatta
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