Por Emiliano Damonte Taborda
La cumbre de la CELAC ha teñido al país de un color anacrónico en el que los nostálgicos de régimenes fracasados parecen ver una esperanza de argumentación electoral. Ante el vacío total de la gestión del Frente de Todos, la idea parece ser ideologizar la cancha hablando de anacronismos tales como Derecha/ Izquierda e inventando figuras como la “proscripción” de Cristina.
Alberto esconde su ambición a duras penas, pero asume el discurso berreta de pseudoizquierda que le impone Cristina
Zelig hoy es de izquierda
El abogado burgués que vive en Puerto Madero de prestado y se disfraza de trosko es como el viejo que se tiñe y sale al ruedo con chupines cuando está pisando los 60. Se nota y queda mal. Alberto es un personaje que salió a la arena política desde la derecha en su juventud (recomiendo leer “El presidente que no quiso ser” de Silvia Mercado - Cúspide libros - 2022), y solo ha ido buscando conveniencias a través de la vida que lo han hecho pasear por todos los espacios imaginables. Hoy pretende asumir el lugar de un viejo luchador de izquierda que de ninguna manera ha sido, y queda triste.
Última oportunidad de exhibición
El Presidente sabe que su reputación es de las peores, y ve en esta reunión de una organización bastante devaluada, una especie de última oportunidad de cierto protagonismo. Sabe que después quedará de lado ante las arrolladoras oleadas de ambición de Cristina y Sergio Massa. Por eso busca el golpe de efecto continuamente, y no para de decir despropósitos
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Chirola, portador del mensaje kirchnerista
Durante la apertura y frente a algunos de sus pares regionales el Presidente salió con todo, diciendo que la “democracia está en riesgo”; para luego agregar que “No podemos permitir que la derecha recalcitrante y fascista ponga en riesgo la institucionalidad de nuestro pueblo”
En un discurso como los que suele dar buscando el apoyo de Cristina, se ocupó de hablar del atentado a la vicepresidenta, que era obligatorio si no quería que lo reten. “Lo vimos en Bolivia, hace pocos días, cuando la locura pobló las calles de Brasilia y acá en la Argentina cuando alguien intentó matar a nuestra vicepresidenta”.
Profundizando su postura, se encolumnó detrás de Cuba y Venezuela y recordó el bloqueo que sufren los dos regímenes, impuesto por la Unión Europea, Suiza, Estados Unidos y Canadá entre otros Estados. “Fui a la Cumbre de las Américas para llevar la voz de los bloqueos que países latinoamericanos padecen. Son métodos perversos que afectan a los pueblos. Cuba padece un bloqueo de seis décadas y Venezuela otro tanto”. Con Venezuela se le cayeron unas cuantas décadas de más, ya que el bloqueo rige desde 2017, pero Alberto puede decir cualquier cosa.
Luego en uno de sus estados de frenesí en el que se vuelve poético y mágico, con aflautada voz agregó:”Tenemos que convertir todos nuestros deseos en instituciones y hechos. Tenemos que hacer que la integración sea una realidad, sean acciones que nos permitan avanzar y progresar. Los impulso a que de una vez por todas entendamos que solos valemos poco, que unidos podemos tener una fuerza arrolladora”
Otro papelón en política exterior
Se inicia así otro papelón internacional que continuará desacreditando al país y sobre todo complicando nuestra economía. Porque cada gansada que dicen estos muchachos es una palada de tierra sobre la posibilidad argentina de integrarse al mundo desde un lugar aceptable (no voy a hablar de Massa y nuestros hermanos menores, la verdadera palada Massa la dio con su anuncio de comprar bonos, y fue de guita). Seguiremos lo mínimo indispensable esta poco afortunada reunión, ya que en realidad su relevancia es más bien retórica.
Todo sigue igual
Mientras tanto, los problemas reales de nuestro país siguen muy mal manejados o directamente desatendidos. La inflación castiga, las reservas bien gracias, la sequía arrecia, la producción languidece, las brechas se acrecientan, el Consejo de la Magistratura sigue paralizado, la crisis de infraestructura energética se profundiza, y los que pagan el precio son siempre, pero siempre sin excepción, los que menos tienen. Que no te cuenten que gobiernan para la gente.
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