Cecilia Goyeneche es un emblema de la lucha contra la corrupción en nuestro país. Su accionar la condujo a desenmascarar una enorme red de corrupción en la Legislatura entrerriana, quedando expuesta a la venganza de una clase política decidida dar una lección contundente a los Fiscales. Hoy espera una definición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación para concluir el arduo camino que la conduzca a la restitución de su cargo de Fiscal. Durante su exposición en el Colegio Nacional de Paraná, convocada por la ONG Entre Ríos Sin Corrupción, dejó conceptos claros que nos permiten una lectura a fondo de la situación actual de la lucha contra la corrupción en nuestro país, el rol de la Justicia y de la ciudadanía
Goyeneche expuso en un panel junto a la doctora María Eugenia Talerico, del que fue moderador el Dr. Hugo Perotti. El tema convocante fue “Participación ciudadana. Acceso a la información pública, transparencia y corrupción”.
La conocida abogada, que aguarda de la Corte Suprema la anulación del Jury que la apartó de la Procuración Adjunta, a lo largo de 30 minutos desgranó otras definiciones. Por ejemplo, calificó como “falso” que los delitos de corrupción no tengan víctimas. “Por muchos años en el sistema penal se dijo –y todavía hay algunos que lo siguen diciendo por la calle- que los hechos de corrupción no tienen víctimas. Esto tiene incidencia en el proceso penal porque, por ejemplo, no hay nadie que se pueda presentar como querellante. Y esto es falso, demostradamente falso en países pobres como el nuestro donde cada centavo que se destina a cubrir un interés particular del corrupto deja de destinarse a un buen sueldo docente, o a arreglar las escuelas o a la salud pública”.
Goyeneche planteó que es necesario redefinir el momento en que debe comenzar a cumplirse la pena. En ese contexto, bregó por el “doble conforme” en vez de las cuatro instancias actuales. “No necesariamente tiene que haber cuatro instancias: juicio condenatorio, casación, recurso extraordinario ante el Superior Tribunal provincial y recurso ante la Corte. No es indispensable que transcurran esas cuatro instancias para empezar a cumplir la pena. Hay quienes sostienen que luego de que se confirma en la primera revisión, ya se puede empezar a cumplir la pena”.
Los tres interrogantes
Cecilia Goyeneche planteó tres interrogantes: 1) ¿Por qué sentimos como ciudadanos que necesitamos de la pena concreta, la pena como sufrimiento, como castigo, para personas que ya sabemos que son corruptas y que están definidos por el sistema jurídico penal como corruptos, con sentencia condenatoria?; 2) ¿En qué medida la sociedad civil es necesaria para disminuir la proyección de hechos de corrupción a futuro? ¿Qué podemos hacer como ciudadanos? Y 3) ¿Por qué es tan importante la organización del sistema penal para luchar contra la corrupción, que la ejecución de la pena se de en tiempo oportuno? ¿Por qué esto en la corrupción es particularmente importante en comparación con el resto de los delitos?
La exfiscal definió al funcionario corrupto como aquel “que se prevalece de su posición de poder en lugar de hacer aquello que es leal al sistema que le puso en ese lugar, que se beneficia a sí mismo en vez de a la comunidad; es un sujeto que ha decidido no cooperar en un sistema donde la cooperación es la base de la organización social. Ese sujeto ha decidido camuflarse dentro de la política, para no pensar que esto es un cuestionamiento hacia la política, tan valiosa y tan necesaria”.
La corrupción es un delito con víctimas
Enseguida ofreció su respuesta al primer interrogante: “Esa sensación de satisfacción que tenemos cuando un corrupto es condenado y se le impone una pena tiene que ver con que nos percibimos víctimas, nos percibimos correctamente como víctimas”, enfatizó.
Enseguida salió al cruce de quienes sostienen que la corrupción es un delito sin víctimas. “Por muchos años en el sistema penal se dijo –y todavía hay algunos que lo siguen diciendo por la calle- que los hechos de corrupción no tienen víctimas. Esto tiene incidencia en el proceso penal porque, por ejemplo, no hay nadie que se pueda presentar como querellante. Y esto es falso, demostradamente falso en países pobres como el nuestro donde cada centavo que se destina a cubrir un interés particular del corrupto deja de destinarse a un buen sueldo docente, o a arreglar las escuelas o a la salud pública”.
Goyeneche insistió con la importancia del cumplimiento efectivo de la pena: “Cualquier víctima necesita que el estado comunique algo que la saque de esa posición de víctima, comunique que desmerece a quien actuó de manera inequitativa como el caso del corrupto. Y ese mensaje recién se da, por la forma con que nos organizamos, cuando se impone la pena como sufrimiento, real, de cumplimiento”. “La condena –concluyó- es un reposicionamiento del ciudadano, una reposición de los que sí cooperamos, los que sí hacemos nuestro esfuerzo para que nuestro mundo colectivo que hemos decidido llamar país, que nos une como Nación, funcione”.
Dos focos: mejorar la eficacia y los tiempos del sistema para que haya cumplimiento de la pena
Al resaltar la importancia de la sociedad civil en la lucha contra la corrupción, partió de explicar que “el corrupto razona siempre como un sujeto económico. Lo que quiere es sacar una ventaja y razona como sujeto económico. Es decir, el hecho de corrupción será cometido si se ve redituable, que implique una conveniencia. De allí que es muy importante el desincentivo para la corrupción”.
“El delincuente, que razona como sujeto económico, no solamente evalúa la posibilidad de que se lo descubra, después que le inicien un proceso penal, después que le prueben que cometió el delito, después que le impongan la pena. No solo tiene en cuenta todos estos factores, sino también el tiempo que puede insumir que eso ocurra”, explicó la exfiscal.
“Supongamos –agregó- que el corrupto piense ‘seguro que me descubren’. También va a tener en cuenta que, aun cuando lo descubran, van a pasar x cantidad de años para que le impongan la pena, y eso funciona como un quiebre de los desincentivos para delinquir. La duración de los procesos penales y la duración del tiempo que lleva la imposición de la pena son relevantes. Lamentablemente muchas veces el sistema judicial no lo tiene en cuenta”.
A su entender, hay dos focos que deberían ser tenidos en cuenta: 1) mejorar la eficacia del sistema para que más corruptos sean descubiertos; 2) mejorar los tiempos del sistema, para que cuando son descubiertos sean castigados en un tiempo menor.
En ese contexto, Cecilia Goyeneche sostuvo que “el sistema penal no es aislado para que pueda resolver todo con sus propias herramientas, sino que necesita tener insumos de la sociedad civil. En la mejora de la eficacia, uno de los puntos más relevantes son los índices de transparencia, que se vinculan con el periodismo y la publicación de la información. Desde luego, cuanto más índices de corrupción hay, menos ganas de publicar la información hay. Por eso es importante la participación ciudadana, por eso son tan valiosas acciones como las de la organización civil organizadora de estas jornadas, de intentar provocar esa transparencia, cuando no ocurre por motus propio”.
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