Estamos en un tiempo de cambio profundo de esquemas, aunque queda claro que no de las piezas que lo componen. La política hoy busca redefinir sus posiciones y todos sienten que es un buen momento para generar algo distinto, aunque nadie tiene ni puta idea de qué pueda significar esto. Este gelatinoso esquema se mantendrá por un buen tiempo, y en el medio iremos reconociendo las estructuras que gobernarán al país en las próximas décadas. Estamos en medio de una metamorfosis.
La salida desde el interior que nunca llega
En momentos de crisis la política argentina suele maquinar soluciones razonables que puntualmente incluyen a los Gobernadores de las provincias del centro, de matriz productiva y con una posición orientada en ese sentido, a los que por fuerza de cosas se les debe agregar otros, que pueden ser patagónicos (en general peronistas camuflados de partido provincial), mucho más dudosos caudillos cordilleranos, o algún Dictador del NOA (hoy fuertemente devaluado). Digo por fuerza de cosas, esencialmente porque Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, solitas, no alcanzarían la masa crítica necesaria para ser un factor de poder frente a la Casa Rosada.
Una movida de este tipo parece estar gestándose desde que asumió Milei y comenzó a dar coces contra el Parlamento. Cabe la razonable duda de si al Presidente le interesa algún tipo de acuerdo, o en otras palabras, si terminará entendiendo que no puede gobernar 4 años a fuerza de puteadas, conflictos, decretos, vetos y judicializaciones (para esto último lo quiere a Lijo en la Corte).
Decíamos que el fermento está, las provincias, hoy muchas con Gobernadores frescos, están sufriendo su relación con el Gobierno Nacional a raíz de las quitas de fondos. Un ejemplo de esto es lo que está viviendo Entre Rïos, acorralado entre el “no hay plata” de Milei y las exigencias de los docentes que al día ayer viernes 23, ya llevaban 5 días de paro. Frigerio parece estar comenzando a pagar las cuentas de las políticas del Gobierno Nacional, que a la quita del FONID le suma otras como la de fondos para las Cajas de Jubilaciones provinciales, reclamo en el que Entre Ríos se une a Santa Fé y a Córdoba, en ese bloque de poder que siempre ha quedado en veremos.
Lo que pueda surgir de este ámbito es una incógnita en esta etapa de metamorfósis profunda de la estructura política.
Crisis de las estructuras tradicionales
- El peronismo, sumido en una crisis sin precedentes asiste al ocaso de Cristina y sufre severamente el escándalo de Alberto Fernández, que solo puede ampliarse a medida que la investigación sobre el choreo con los seguros siga adelante, Kicillof solo debe pedirle al cielo que la oposición en la Provincia de Buenos Aires no se despierte y se ponga de acuerdo, y el “peronismo del interior” sigue con su miedo atávico a salir del pago chico y perder el capital que lo mantiene en sus nichos vitalicios (Schiaretti mueve hilos en estos días, aunque un poco tarde, era hace 3 años).
- El Sindicalismo, perdido hace ya un par largo de décadas, no está preparado para decidir qué hacer en un mundo que les está cambiando muy rápido bajo los pies. Sin un Señor Feudal a quien venderle sus servicios, que parecen servir cada vez menos y casi quedan feo, marchita en la desorientación. Hoy son organizaciones paraestatales que dependen de que el marco jurídico no les cambie de golpe, porque podrían extinguirse como los dinosaurios.
- La UCR parece ya haber digerido la grotesca caída del Dictador Morales, y con el fluctuante Lousteau, el ocurrente Negri y su compañía de demócratas de café, se mueve con su gelatinosa estructura buscando un nuevo rol. Carece de fuerza aglutinante y se quedará con lo que tiene, y sobre todo donde está, que en realidad nadie sabe dónde esto pueda ser, y ese es el secreto de su éxito.
- El PRO sigue sin ponerse de acuerdo sobre qué quiere ser de grande, y la votación en el Senado sobre la ley previsional, en disonancia total con lo expresado por Mauricio Macri, es la evidencia más clara de un partido que se debate entre la fusión con LLA y la oposición férrea que ayude a definir una identidad que mantenga cerca a la mayor parte de los sobrevivientes de Juntos por el Cambio posible (en el Senado en estos días parece haber ganado esta últma).
- Lilita Carrió es la única que no defrauda y sigue siendo Lilita siempre, creo que por eso a pesar de sus exabruptos y bizarrías uno la quiere. Pero es Lilita, y su espacio corre el riesgo de simplemente heredar el rol de Profeta un poco loco en el desierto, casi una caricia estética para los huérfanos de la izquierda, el radicalismo y un cierto progresismo.
- La Libertad Avanza, avanza, aunque no sabe muy bien en qué dirección. Acá el dilema parece ser similar al del PRO, profundizar en el camino de los decretos, vetos y judicializaciones y en la búsqueda de gobernar sin Congreso a toda costa, o politizarse y encontrar alianzas que le permitan gobernar por consenso. Milei todavía le está midiendo el pulso al Parlamento, ya que claramente prefiere la vía autocrática, sin embargo no caben dudas de que en caso de ser estrictamente necesario y de toparse con un factor de poder claro y aglutinante con quien negociar, lo hará.
- La izquierda argentina. No tengo idea de qué se trate, me declaro incapaz de tirar una definición, siquiera una divertida. La izquierda argentina es una desgracia que terminó de sucumbir frente a la cartelización del Ministerio de Desarrollo Social y le vendió el alma al kirchnerismo, aún odiándolo y fingiendo combatirlo.
A tientas tras la anarquía
Descontando vacaciones de verano, un clásico de la política argentina que Milei interrumpió en 2024 pero que podría serle útil en 2025, estamos a un año calendario de las elecciones de medio término. En estas empezarán a definirse las estructuras que marcharán hacia 2027, y que hoy sería tarea de profetas imaginar. La sensación es que estamos en un país que tras la anarquía Alberto-Cristinista, ha visto disueltas gran parte de sus locas certezas y camina a tientas. Ojalá encuentre rápido el camino, porque en el medio se nos va pasando la vida, y en algunos casos en la Argentina de hoy, en muy mal modo.
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