Con la ausencia de Sergio y Massa y todos los fieles a Cristina, el presidente hizo un acto en tono de campaña en los que dejó expuesta toda la división del Gobierno y su debilidad.
Alberto Fernández celebró sus tres años de gestión
En un tono claramente de campaña, pero haciendo gala de una debilidad extrema, el presidente hizo una especie de lanzamiento con repaso de los tres años de su gestión. Flojo de números, como siempre lo suyo terminó pareciéndose mucho más a una vacilante arenga en tonos agudos
Lista de ausentes
Faltaron en Ministro del Interior Eduardo de Pedro y Sergio Massa, que estaban en la lista de invitados, obviamente estuvo ausente Cristina por motivos de salud; solo el Gobernador de Tucumán, Jaldo, estuvo presente. La Liga de Gobernadores le dio la espalda hace rato a Alberto y está claro que ninguno de ellos tiene deseos de salir en una foto con el presidente; otra que estaba en la lista era la Gobernadora de Santa Cruz, que dejó su lugar vacío; los intendentes del conurbano más krichnerista no aparecieron, y solo Mario Secco de Ensenada se hizo ver por la rosada; Volnovich y Raverta, PAMI y Anses respectivamente, rabiosamente camporistas, no se hicieron ver; no estuvieron los Moyano, no estuvo Yasky; y la lista de ausentes notables del peronismo / kirchnerismo puede seguir hasta aburrir, aún más que el discurso de Fernández.
El discurso
“Me voy a poner al frente para que el que asuma en 2023 sea uno de nosotros” empezaba diciendo el presidente. Cabría preguntarse a quienes se refería con “nosotros”. Más adelante declaró eufórico: “Vamos a ganar, unidos y por el bien de la Argentina”.
Particularmente inquietante resultó una declaración que dejó bastantes dudas sobre la percepción que el mismo Alberto tiene de sí mismo. “Tres años después podrán tildarme de timorato, de cobarde, de débil, que no grito... Sé que el dialogo ayuda mucho más, y yo dialogo donde corresponde; con los trabajadores en las paritarias, con los empresarios en el consejo económico y social, y me encantaría dialogar en el Congreso con la oposición, si alguna vez pensaran más en la Argentina que en sus oportunidades electorales” . Timorato, cobarde y débil, son los atributos que el kirchnerismo le ha atribuido repetidas veces y de manera pública.
Su promesa de ponerse al frente, que se repitió varias veces, contrasta con la indiferencia que el resto del Frente de Todos mostró ante la celebración de los tres años de gestión. Gestión que al día de hoy tiene un saldo de 50% de pobreza, una inflación de más del 100 % anual, una economía entrando en una parálisis agravada por la falta de dólares y la debilidad de su aparato productivo, tarifas y estructuras atrasadas, reservas nulas, infraestructura obsoleta y un desorden gestional sin precedentes.
Confusión
La gestión de Alberto Fernández terminó el día que renunció Martín Guzmán. De ahí para adelante todo ha sido una pelea por salvar lo salvable y por sacar ventaja de la debilidad presidencial. Paralelamente Cristina se ha dedicado a pelear su propia batalla contra el poder judicial y todo ha redundado en un país sin un Gobierno definido.
No falta mucho para las elecciones, es poco lo que queda por hacer para cambiar el rumbo de este gobierno que pasará a la historia como un verdadero desastre. La oposición, tal vez lo mejor que hizo hasta ahora es no empujar para que esto explote. Si eso es mucho o poco lo dirá el tiempo.
Alberto esta en campaña, su campaña personal que no deja de sumar confusión al hervidero de ambiciones que es el Frente de Todos.
Desde El Aguijón, nos preguntamos quién se estará preocupando por la gestión real del país. Ojo que chocamos…
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